27/3/07

Bienvenidos / El Aprendiz

Esta es mi primera entrada y en ella quiero explicar el por qué de este blog.
Desde hace algún tiempo habéis podido observar mi repentino amor por el mundo acuático. Escribía breves cuentos con sirenas, ninfas de agua, hacía dibujos con todo tipo de criaturas marinas, me aficionaba a coleccionar conchas y caracolas, inventaba palabras nuevas (Aunque eso es prácticamente normal en mí).
Ya es hora de que os explique más a fondo mi nuevo hobbie^^
Como muchos ya sabéis, dede hace algún timpo llevo maquinando lo que es mi primera historia larga. Acabo de comenzar con la segunda parte, y no es gran cosa, pero le tengo mucho cariño por una razón:
Justo cuando acabé Memorias de Idhún, La Resistencia, el ual ha sido, hasta hace poco, mi libro favorito, decidí escribir yo misma uno. Me levanté y encendí el ordenador y comencé a escribir. No se como pero el caso es que escribí sin dudarlo:
La Guerra del Mar. Discoridas entre Ninfas y Sirenas.
En seguida surgió Mesliniaz, la protagonista, hija de una Ninfa y un tritón, y como siempre pasa, el proyecto quedó abandonado a las pocas semanas, una vezla ilusión del primer día se fue mitigando.
Sin embargo, una fría, húmeda y deprimente tarde, supongo que en época de examenes, como viene siendo habitual en mí, releí la historia. Caramba que poco me gustaba! El argumento no tenía sentido ¿No sería más sencillo que...? Dejando intactos los primeros párrafos (que luego sufrieron también bajo el poder de la tecla "suprimir") ideé otra trama diferente, con los mismos personajes, pero con una nueva misión, un nuevo destino, nuevos retos, aliados y una buena dosis de malos malísimos que tanto me gustan a mí (xD)
Y allí seguí. stancandome cada dos días y descansando un mes, pero La Guerra del Mar continuó, y la trama seguía avanzando, aunque más de una vez tuve que volver atrás para ver si lo que escribía tenía sentido.
Parece mentira, pero ¡Que cariño les cojes a tus personajes! Es cierto que he legado a odiar esta historia, pero siempre he guardado cariño a Mess, y sobre todo a Zurt, claro.
Me daba muchísima vergüenza poner en cualquier stio mi historia por que cada vez que la leo me parece más infantil y sin sentido, pero sea como sea quiero compartirla con vosotros, que sois los que me hacéis reir cada día (más que reir, me matáis cada día) y sin vosotros no podría haberla escrito, por que las risas me motivan.
Y bueno hasta aquí, ahora os dejo un vídeo que ha recorrido el mundo en todas sus versiones. Lo pongo en la versión original, por que no quiero morir, que quiero terminar de escribir La Guerra del Mar xD.
Para todos los que han interpretado la canción Bajo el Mar ;)

http://www.youtube.com/watch?v=krueOmpVCAo


Ahora procedo a colgar el primer capítulo. AVISO: Está sin corregir, por que nunca me apetece hacerlo, así que no os asustéis demasiado ¿ok?

1º El Aprendiz


Era más de medianoche y fue entonces, cuando Mesliniaz, despertó sobresaltada al oír unas voces que se acercaban por entre las aguas. La muchacha, se desperezó en silencio mientras escuchaba atentamente desde su lecho de algas:
- Bueno, joven – dijo una cavernosa voz –: lo primero que debes saber es que no debes tratar con las ninfas. Nuestros pueblos llevan enfrentados desde hace al menos veinte años...
- Comprendido. – respondió el otro. Parecía algo nervioso – Y ¿Cómo se sabe donde están los límites del reino de las sirenas?
Mesliniaz dejó de escuchar. Suponía quienes eran los intrusos: El de la voz cavernosa era sin duda un Instructor; su misión era mostrar a las jóvenes sirenas y tritones como usar sus poderes. Eran gente extraña aquellos instructores, no tenían nombre ni edad, pero eran hechiceros realmente muy poderosos, respetados por todos. Y con respecto al otro intruso... no podía ser otro que un nuevo aprendiz.
Los aprendices eran normalmente hijos de tritones y sirenas que aprendían lo básico de sus poderes, sus costumbres y demás mediante las enseñanzas recibidas de sus padres y que sólo recurrían a la ayuda de un Instructor para perfeccionar sus habilidades, y en ocasiones, para aprender magia. Aunque había otra posibilidad, para que un habitante marino se convirtiera en aprendiz. Eran los raros casos en los que un Instructor convertía a un animal marino en sirena o tritón para enseñarle todo, desde el principio, aunque con conocimientos previos, como la lengua y la escritura sirenia y, por como hablaba el adiestrador con el muchacho desconocido, este parecía ser uno de esos raros casos.
En cuanto a la pregunta del aprendiz, no le hacía falta que nadie le dijera donde estaban los límites de su reino por que su reino no tenía límites. Alguna ventaja tenía que tener ser hija de un tritón (cuyo nombre desconocía) y de una ninfa, que había muerto años atrás. Tenía intención de volver a dormirse cuando oyó su nombre en la conversación y volvió a agudizar el oído:
- ¿Qué quién vive allí? Esa es la cueva de Mesliniaz. Una mezcla de ninfa y sirena. Vive apartada de la ciudad por que el rey tiene miedo de que se filtren los planes o los nombres de los espías de un bando u otro pero en realidad es inofensiva.
>> Mesliniaz ha recibido permiso de los dos bandos para rondar por ambos territorios debido a su posición neutral. La otra ventaja de su condición es que posee los poderes de las dos razas, es decir, la capacidad de metamorfosearse en animales marinos y en raras ocasiones la capacidad de metamorfosear animales marinos en sirenas o tritones (heredada de su padre) y el don de crear todo tipo de vida acuática y de invocar tormentas o corrientes marinas (proveniente de su parte ninfa). Antaño ambas razas combinaban sus poderes para “crear” más ninfas y sirenas pero debido a estos conflictos que te he mencionado, ahora cada raza actúa por separado... Bueno pues esa es Mesliniaz.
- Así es. Esa soy yo – en la entrada de la cueva había aparecido una chica de unos diecisiete años, con unos ojos de un verde vivo que relucían en el agua salada. Su cola escamada de sirena, y el colgante del árbol de la vida que llevaban las ninfas, eran dos de sus rasgos más peculiares, junto con su melena de azul intenso, que ondeaba lentamente en el agua mientras sonreía con cordialidad a los dos tritones.
- Vaya – dijo el aprendiz –. Así que eres la medio ninfa... – la sonrisa de Mesliniaz se congeló - Yo me llamo Zurt. Soy un nuevo aprendiz.
- Encantada. ¿Qué animal eras antes de ser un tritón? – preguntó ella, ofendida por el comentario de chico.
- Un erizo de mar – confesó Zurt ruborizándose.
- Entonces te llamaré Erizt. Si no te importa claro... – Añadió retándole.
- Es un nombre genial. Gracias Holoturia. Vendré a verte pronto.
Y ante la mirada mezcla de estupefacción y odio de la muchacha, Zurt se alejó nadando, mientras su Instructor miraba con reprobación a la muchacha.

***

Los primeros rayos de sol se filtraron en la cueva de Mesliniaz, hiriéndole los ojos. En realidad, no se trataba de verdadera luz solar, sino de una ilusión mágica, (pertinentemente oculta de los humanos) que reproducía el calor del sol, dado que se hallaban en una zona muy profunda, a la que la luz natural no llegaba.
Hacía ya mucho tiempo de la época en la que las sirenas salían al exterior, acomodadas en las rocas más soleadas, cuya imagen aún alimentaba los cuentos y leyendas de los humanos. Los recientes conflictos entre sirenas y ninfas, además de la posibilidad de que los humanos descubrieran el paradero de las ciudades submarinas, con sus nuevas tecnologías, habían causado la reclusión de ambas razas bajo el agua, protegidas por algunos sortilegios.
Mesliniaz se despertaba ya, cuando una silueta de tritón tapo la luz que procedía del exterior. La muchacha miró al intruso.
- ¿Puedo pasar? –. Preguntó Zurt, aún en el umbral de la puerta de la cueva – Vengo en son de paz.
- Claro, pasa.
Por primera vez Mesliniaz se fijó con detenimiento en el chico que acababa de entrar en su cueva. Zurt era alto aunque bastante enclenque y todavía podían observarse en él, rastros de su antigua condición de erizo de mar, en su negro pelo de aspecto punzante. Sus ojos eran oscuros, pero alegres y Mesliniaz decidió confiar en esos ojos aunque fueran los de un tritón.
- ¿Para qué has venido, Zurt? – preguntó la chica.
- Vaya, me alegro de que ya no me llames Erizt... Mesliniaz.
- No has contestado a mi pregunta – insistió ella.
- Sólo quería hablar contigo. Pedirte disculpas por mi comportamiento... Y preguntarte si me puedes enseñar este sitio ya que mi Instructor no me ha contado gran cosa...
- Vale. En marcha. ¡Date prisa! – interrumpió rápidamente Mesliniaz, contenta de tener una excusa para estirar las aletas.
Salieron de la cueva y ella le hizo señas impetuosamente para que la siguiera. Aletearon hasta una pequeña colina cubierta de algas y desde allí, la vieron, la ciudad más importante de todo el reino de las sirenas y tritones: Serhlod. Zurt abrió la boca, sorprendido, pero no tardó en recuperarse para seguir a Mesliniaz que había vuelto a emprender la marcha, con renovado entusiasmo.
El chico todavía no nadaba muy bien, con su nuevo cuerpo de tritón, pero se apresuró para contemplar el precioso paisaje que le esperaba.
Atravesaron corrientes de agua helada y cálidos géiseres que manaban de la tierra. Vieron bancos de peces en un desfile interminable de brillantes colores, se cruzaron con peces espada e incluso tiburones de todo tipo y pasaron velozmente por innumerables arrecifes de coral ante la mirada atónita de cientos de sirenas y tritones que los señalaban con el dedo cada vez que pasaban a la carrera cerca de una de sus casas de blanco perlado. Siguieron nadando por el reino de las sirenas hasta que llegaron a un inmenso castillo hecho de piedra completamente blanca, que refulgía bajo los rayos del falso sol. Se trataba del castillo de los reyes sirenios. Era inmenso. Los ventanales y portezuelas, en cuyos marcos estaban incrustadas miles de perlas, dejaban entrever un interior de princesa de cuento, lleno de bellas esculturas, y otros tantos objetos que habían conseguido con los numerosos hundimientos de los barcos humanos que portaban valiosos tesoros artísticos.
La entrada al castillo era un hervidero de gente que se concentraban, como todas las semanas en día de mercado, alrededor de numerosos puestos en los que se intercambiaban perlas de todos los tipos por una considerable cantidad de néctar de coral, o vestidos realizados con algas de diversos colores, por algo de pescado, que muy de vez en cuando solían comer.
Zurt contemplaba todo cuanto sucedía a su alrededor, mientras Mesliniaz esperaba paciente. Ella también había experimentado aquella sensación la primera vez que había visto aquel castillo – o al menos, eso recordaba – Zurt tenía intención de acercarse al pequeño mercadillo organizado a las puertas del castillo, para curiosear, pero la muchacha le detuvo: Los demás tritones y ella no pasaban por su mejor momento desde que habían empezado las discusiones con las ninfas. Zurt asintió, comprendiendo.

- Aquí termina la ciudad de Serhlod; después de este castillo, comienzan ya los territorios de otros tritones o sirenas. Aunque son Liadn y Kuiros los que gobiernan sobre toda tu raza en el mar – informó.
- Esta ciudad es impresionante. Inmensa. Preciosa...
- ¿Se ve de otra forma siendo un erizo de mar? – Zurt la miró, intentando descubrir un rastro de burla en sus ojos. Su mirada era amable, no pretendía herirle. Se tranquilizó.
- Realmente no recuerdo nada de mi otra vida. Fue como aparecer de la nada pero sabiendo lo que ya sé del mar, además de cosas básicas tales como leer y escribir... que supongo, aprendería por arte de magia gracias a mi Instructor... Es verdaderamente extraño.
- Si que lo es. Pero ven, sígueme, he de enseñarte algo.
Zurt la siguió por estrechos senderos, esta vez esquivando las miradas indiscretas de los habitantes de Serhlod, hasta llegar de nuevo la cueva de Mesliniaz. Allí extrajo una hermosa y brillante caracola de un hueco entre dos rocas. Dejó que el tritón la examinara detenidamente y después se la arrebató con habilidad.
- ¿Qué es? – preguntó Zurt
- Una caracola – respondió ella, lacónica, y Zurt la miró enojado y arqueó una ceja, pidiendo una respuesta –. No sé lo que es exactamente pero sé que era de mi madre y tengo la corazonada de que nos será de utilidad alguna vez. Pensé que quizás tu sabrías lo que era.
- Pues no. No lo sé. Pero ten por seguro que te ayudaré, Mes.
Mesliniaz sonrió, con gratitud. Apenas hacía un día que se conocían, y sin embargo, el muchacho ya se ofrecía ayudarla... y eso ya era algo que jamás habían hecho por ella. El muchacho pareció comprender sus pensamientos, por que sonrió a su vez, cálidamente.
Los dos nuevos amigos, se despidieron cuando el sol artificial filtraba sus últimos rayos de luz, justo en el momento en el que, no muy lejos de allí, se trazaba un malévolo plan que no tardaría en implicarlos.


Ale, el próximo capítulo se titulará Planes secretos. Espero que os haya gustado este!! (Si encontráis algún errr ortográfico, y sobre todo de signos de punuación me lo decís, por si se me ha escapado algo^^)